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Discusiones de pareja ¿qué aportan?

Publicado en Adultos - julio 2010

Podemos considerar, que la parte negativa de discutir con la pareja, parte de la vivencia  que tenemos de ese momento,  el cual  lo sentimos como algo mucho más intenso de lo que realmente puede ser. Elementos como: la crudeza de la situación, los sentimientos que afloran, el querer ganar por encima de todo, una comunicación inadecuada, la ira, la rabia, el despecho y un largo etc., no solo hacen peligrar el respeto mutuo, sino que además va reduciendo los recursos de afrontamiento que tenemos para utilizar.

Con   todo lo indicado, si consideramos que los conflictos comienzan con un nivel de enfado y acaloramiento, que va aumentando, podríamos utilizar el reconocimiento de esta situación como «señal» para intentar evitar que suba el nivel de discusión, lo cual, evitarla continuar con el enfrentamiento y poder buscar alternativas de comunicación más sanas y adecuadas. Pero esto implica aprendizaje, y sobre todo esfuerzo mutuo, que no siempre se está dispuesto a ello.

Lo  peor que nos puede suceder, y que sucede demasiado a menudo, es que nos enfrascamos en la discusión, llegando al descontrol y a caer en sus redes. Quizá luego nos arrepintamos, pero mientras tanto estamos dando una imagen de nosotros mismos, que en realidad no deseamos.

El hecho de discutir muy a menudo nos puede revelar conflictos en la relación de pareja que convenga tratar o solucionar,  por supuesto con la implicación de ambos, con el esfuerzo que cada uno deba realizar y asumiendo responsabilidades.

La discusión está ahí y en ocasiones es necesario que esté, por eso debemos valorar  los aspectos positivos que aporta. Puede ayudarnos en el proceso de cambio positivo en nosotros mismos y en nuestra relación, cuando somos capaces de reflexionar sobre las causa que lo provocan.

Algunas pautas nos pueden ayudar:

  • Escuchar activamante al otro. Dejarle expresar su enfado sin interrupciones.
  • No perder la calma, ni discutir si estamos emocionalmente alterados.
  • Matener el respeto al otro, en lugar de criticar y acusar.
  • No gritar.
  • Pedir perdón cuando haya que hacerlo.

Lo más importante y valioso es retomar la conversación fuera del entorno de la discusión, para comentar lo sucedido e intercambiar opiniones. Una vez tengamos la cabeza fría y los ánimos calmados, siempre hay una ocasión para recuperar el respeto, que quizá, se haya perdido o faltado a nuestra pareja.